Días a los días;
ellos me traen y me llevan,
a las afueras de la ciudad,
donde quieren esconder el mundo,
donde quieren mutilar los sueños.
La luz es etérea,
y me han dicho
que las partículas del aire,
no conspiran contra mí,
pero todos mienten...
De traje blanco,
con los brazos inútiles,
atrapados en la maraña
de mi propia angustia;
que se descarga y se libera eléctrica;
cuando me regalas tu susurro.
Entonces,cuando me curas,
la agonía surca ríos;
recorriendo vísceras marchitas,
autorretratadas de gris perla,
para esfumarse al fin,
por el filo de mis dedos.
Los muros del silencio,
siguen sin hablarme;
pero al menos las piedras;
podrían contestarme;
me lo han dicho los duendes...
gracias por asirme en mis tormentas